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Marcial nació en una cama con un colchón de lana en un dormitorio de paredes de adobe un domingo de la primavera de 1976. Desde que era un niño se vio atraído por los cuentos y las películas que le transportaban a mundos fantásticos y vidas extraordinarias que anhelaba vivir cuando llegara a la edad adulta, hasta que un día, antes de alcanzar la adolescencia, cayó en la cuenta de que lo que quería de verdad era crear mundos como esos e imaginar personajes como los que admiraba: había descubierto que era escritor.

Antes incluso de empezar el bachillerato, ya aporreaba la lettera 32 de su padre, manchando folios con palabras por las que intentaba dejar latir las fábulas que le daban vueltas en su mente, pero a todas esas letras aún les faltaba un criterio que empezó a aclarase con la llegada en la pubertad de El Quijote y luego las humanidades que se impartían en la rama de letras del instituto, y posteriormente tanto en las clases como en la cafetería de la facultad de Ciencias de la Información de la Complutense donde cursó sus estudios.

“Mi patria es mi lengua” afirma parafraseando a Francisco Ayala, y en consecuencia ha focalizado su formación literaria en los escritores castellano-parlantes, poniendo especial énfasis en autores del continente americano, de hecho, el trabajo con el que culminó su Máster en Investigación Literaria versa sobre La Gloria de don Ramiro, del argentino Enrique Larreta. Todas sus influencias, tanto las literarias como las mundanas, se dejan ver en la originalidad de obras como El Huevo (Finalista Premio Contacto Latino 2015) o la presente El Difunto de las Cien Viudas (Segundo Premio Novela Digital Rumore-Rumore 2015, Finalista Certamen Nacional de Novela Feli Úbeda 2017).

Novelista y Dramaturgo

Marcial Martín

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